
Al hablar de educación, hay una rápida reacción que impulsa a opinar lo que se considera más adecuado para remediar esa sensación de crisis que se apodera de la sociedad apenas surge como conversación o en las noticias. Mal que mal, hoy la mayoría de los chilenos pueden decir que han cruzado el umbral de un aula.
No obstante, parece ignorarse un factor clave, y no sólo la opinión pública sino incluso los técnicos y políticos,desde cuando se afronta una planificación de políticas públicas hasta en una negociación sindical: el quehacer cotidiano de un profesor. Mal que mal, solemos verles en el aula como actores sobre su escenario, desconociendo toda la preparación tras bambalinas, que para el caso, suele ser el tiempo de “asueto” de varios miles de profesores chilenos.Como alumnos recibimos un obsequio construido, incluso cuando fuimos nosotros los protagonistas.
No se trata de que los profesores tengan la razón en todo, ni que sean los únicos capacitados para opinar. Incluso podría achacárseles falta de perspectiva global a causa de su concentración en lo local y concreto de un colegio y sus cursos, pero se figura graveeseolvido del número de factores que atiende un docente simultáneamente. La encrucijada que presenta el tiempo limitado de clases, la dispar velocidad de aprendizaje de cada alumno, un abultado currículo de contenidos, la necesidad de cumplir un mínimo índice de logro académico y toda esa presión atmosférica de cumplir en todo, corriendo siempre el riesgo del malabarista de platos chinos, que al hacer bailar a uno, se desplome cualquier otro.
Por eso, la discusión sobre la aparente disminución de las horas dedicadas a Geografía pasa por bastante más que esto. Hubo ya una oposición a la disminución de las horas de la asignatura completa y creo no haberme equivocado en oponerme a lo que agravaría los obstáculos de una asignatura que enseña trocitos de una serie de disciplinas que en la Universidad se desenvuelven casi del todo separadas e inconexas.
No me considero bien informadocomo para ponderar la veracidad de la afirmación, pero un sano prejuicio me hace dudar al menos de esas tesis conspirativas que ya están insinuando que la medida buscaría insensibilizar en la ignorancia a la sociedad a favor de los intereses explotadores (en ambos sentidos) de los poderosos, cantinela poco académica ya oída en 2010.
Sí puedo decirle que hay muchos profesores de Historia que no gustan realmente de la geografía, que ella tiene amplias potencialidades ignoradas o descubiertas tardíamente por éstos, que hoy para Enseñanza Básica y Media coexisten tres documentos legales distintos dictando pautas y contenidos que complican el asunto y que en las Bases Curriculares, la última, hay sustantivos avances temáticos como el asumir la convivencia histórica de Chile con las catástrofes naturales.
No todo es blanco o negro, ni todo es mera cuestión de horas y opiniones. Amerita un ejercicio de empatía a favor de la racionalidad para percibir las aristas y matices que formen una opinión cívica seria e informada y con ello, se comprometael esfuerzo de la sociedad que debiera sentir como un desafío propio el salvar con éxito las encrucijadas múltiples de su sistema educacional.