Columna publicada por USA Hispanic Press el 5 de septiembre
Considerando los meses que se vienen por delante en Chile, resulta completamente comprensible el impacto que puede tener una encuesta presidencial durante estos días. La CEP, como cualquier otra encuesta de este tipo, conlleva las más diversas lecturas, y resulta difícil creer que existan tan diversas interpretaciones para los mismos resultados.
Es indudable que el particular contexto que se presentaba en el trabajo de campo de esta encuesta deja hoy bastantes dudas respecto a su representatividad, pero la verdad es que en este espacio no trataremos este tema (extensamente explicado por otros expertos que pueden trabajar una fundamentación técnica más acabada que la mía).
Cuando tratamos de entender la funcionalidad o finalidad de una encuesta se nos presentan distintas interrogantes. En este sentido, puede ser que el cuestionado fin predictivo esté bastante lejos de ser el más relevante, sobre todo pensando en la etapa de las campañas en la que nos encontramos. Quizás podamos apelar también a una finalidad completamente instrumental, sobre todo pensando en quienes todavía abogan por la “mentalidad ganadora” que, aunque sea muchas veces cuestionada, puede tener una importancia de primer orden en algunas actividades concretas y propias de cualquier campaña (recaudación de fondos por ejemplo).
Pero independiente de cual sea la finalidad o funcionalidad de una encuesta, resulta indudable su importancia como una simple herramienta de levantamiento de información, la que puede ser fundamental en la determinación de la estrategia y planificación de cualquier campaña.
Entendiéndolo así, podríamos concluir que una de las informaciones más relevantes que nos están dando las encuestas dice relación con un descontento generalizado y una falta de credibilidad en la clase política.
La candidata oficialista parece todavía bastante lejana de alcanzar cifras que se puedan evaluar como positivas, y la candidata del PC, pese a tener una clara y amplia ventaja, sigue bajando de manera constante sus porcentajes de apoyo.
En este contexto, las únicas opciones que siguen manteniendo apoyo en las encuestas son la de “otras respuestas” y la de “no sabe/no contesta”.
Pese a que las cifras parecen adversas para todos los candidatos, puede ser que el equipo de la candidata del PC esté haciendo una buena lectura sobre la información que está siendo levantada por las encuestas, y más aún, que esto se vea plasmado en la estrategia de campaña.
El descontento y la falta de confianza hacia la clase política no es un fenómeno que sólo esté sacudiendo a Chile, pues diversas son las encuestas internacionales que sitúan a los políticos como los agentes que representan menos credibilidad en la sociedad (junto con empresarios, iglesias y expertos). Ahora, si nos enfocamos en los agentes que tienen mayor credibilidad, podemos encontrar a los compañeros de trabajo y al que se ha transformado con el tiempo en el personaje más creíble de la actualidad: “alguien como yo”.
Puede ser que algo me lo diga un experto, pero si me lo repite “alguien como yo”, o “alguien de a pie” como se suele decir en el país, alcanza mayor grado de credibilidad.
En este sentido, “El Chile de todos” de la candidata del PC puede ir en esa dirección, más aún si le sumamos las fotos características de su campaña donde vemos a “gente como yo” con bandas presidenciales en gigantografías. Y es que parece no ser la campaña de una coalición donde encontramos hasta al partido comunista, sino la de los agentes más creíbles en la actualidad.
Los datos que nos entregue la CEP o muchas otras encuestas pueden ser adversos para los propósitos de cualquier candidatura, pero un desafío importante sería no tan sólo quedarnos ahí, y utilizar la información importantísima que nos brindan para idear campañas eficientes. Después de todo, las encuestas parece que sí pueden servir para algunas cosas.