A la nueva FEUC gremialista -¡qué bien suena eso!- se le vienen encima tres tareas de dimensiones enormes.
Por una parte, en el plano interno de la Universidad, el más importante de todos los que deberá afrontar, porque a diferencia de los movimientos de izquierda, los gremialistas conciben la universidad como entidad autónoma y buscan fortalecerla para que desde sí misma sirva a Chile.
Ojalá la promuevan como una Universidad Católica comprometida con la superación de todas las pobrezas: investigadora de soluciones contra la violencia y la drogadicción, contra el aborto y el analfabetismo funcional, contra el racismo y la ruptura familiar, contra el ateísmo y la apatía política, contra la corrupción y el individualismo, contra la delincuencia y la mentira comunicacional. Contra todas esas pobrezas y muchas más.
Para eso, deberán insistir en la prioridad que tiene la formación de jóvenes con pasión intelectual y espíritu de servicio, planteamiento que no deberá dirigirse sólo a una Rectoría que esperamos y deseamos de continuidad, sino también a cada alumno de la PUC, adultos jóvenes muy dotados y que pueden ser mucho mejor estimulados.
Para tener éxito, la FEUC gremialista podría caracterizarse por una presencia continua en los campus, por un servicio al detalle a cada alumno, por una promoción continua de la sociabilidad informal de los estudiantes para que organicen mil iniciativas de desarrollo personal. Es posible reemplazar la perversa combinación de estudio de lunes a jueves y carrete de viernes a domingo, por otra ecuación de auténtica calidad: universitarios de semana corrida.
Los centros de alumnos opositores al Gremialismo le harán la vida difícil, pero a la FEUC le cabe hacerles imposible su propósito.
Otras dos dimensiones -que desarrollaremos en futuras oportunidades- estarán también en el horizonte de Ricardo Sande y su equipo. La colaboración con los Movimientos Gremiales de muchas otras universidades del país, y la defensa y promoción de los principios de libertad de enseñanza junto al de mérito y excelencia académica en todo Chile.
Si se mueven bien en esos tres planos, con el mismo espíritu y sacrificio con que trabajaron electoralmente, una nueva veta de dirigentes se abre para Chile.
Gonzalo Rojas Sánchez