Para este domingo 28, con el Nacimiento de Cristo recién acontecido, la Iglesia Católica nos propone la solemnidad de la Sagrada Familia.
El Niño ya está en su lugar, con su Madre María y con quien hace las veces de Padre, José. El Niño, María y José mostrando cómo pueden ser los hogares, aunque a veces cueste mucho (y otras tantas, apenas un poco).
Será esta solemnidad la más trascendente que quizás jamás se haya celebrado en la Iglesia Católica, entre las dos etapas de un sínodo iniciado el año que termina y que continuará el próximo, bajo el título de «La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo».
A nadie bien informado se le escapa que en la primera parte de la asamblea se emitieron unas cuantas opiniones que rompen por completo con la naturaleza de la familia y con los planes de Dios, claramente manifestados en las fuentes de la revelación y en el bimilenario magisterio católico.
¿Cómo pudo llegarse a eso?
Si usted se da una vuelta por las páginas web de ciertas autodenominada comunidades de bases, o de ongs autoconsideradas católicas o de variopintos gurús, (algunos con investidura clerical) comprobará porqué esos pequeños grupos de influencia liberacionista o relativista lograron colocar en la agenda cuanta insensatez puede imaginarse todo el que aspira a convertir el catolicismo en una religión más del yo: algo así como el cristiano sabe más que Cristo.
Para la segunda etapa, la Santa Sede ha planteado a las conferencias episcopales un nuevo cuestionario con 46 preguntas, cuyas respuestas deberán estar entregadas antes del 15 de abril para preparar el documento que servirá para los debates de la reunión de los obispos.
Las conferencias episcopales deberán plantear estas preguntas a «todos los componentes de la Iglesia local, instituciones académicas, organizaciones, movimientos laicos y otras instancias eclesiales» para conocer su opinión.
Las comunidades de base, las ongs y los gurús ya están organizados y harán valer sus puntos de vista desde la nueva moral (llevan tanto tiempo con esa supuesta novedad, tan arcaica como el pecado).
A quienes legítimamente se molestan con tanta sandez no les cabe sino reforzar la doctrina de siempre, ofreciendo por cierto aplicaciones prácticas que la hagan vital y atractiva en el mundo de hoy. Para lograrlo, hay que bajar las 46 preguntas, leerlas con calma, contestar todas las que se pueda y acercarse a la parroquia a dejar esa contribución.
Ufff, qué difícil. ¿Tanto como lo que le costó a la Sagrada Familia toda la primera etapa desde el nacimiento del Niño?
Un poquito menos, ¿no?
Gonzalo Rojas Sánchez