Me aventuraría a sostener que el problema que se presentó en el metro no es tan grave como la forma en que se enfrentó la crisis. Y esto parece ser reflejo de cómo estamos desafiando las distintas pobrezas que nos atañen como sociedad. Tal como los administradores del Metro, los chilenos estamos tan preocupados de hacer la tarea, que nos hemos olvidado de sacar una foto más amplia.
Y lo que muestra esa foto más amplia es que nuestro problema es el centralismo. En efecto, nos preocupa tanto que lo sucedido en el Metro no vuelva a ocurrir, que omitimos completamente que hasta en Valparaíso se tuvieron que suspender pruebas universitarias por la dependencia de Santiago.
Estamos tan enfocados y absorbidos como país en encontrar las fallas técnicas que produjeron el problema, que no vemos la falla estructural: Un 40% de los chilenos vive sólo en una región. Personas caminando por las calles o colgando de las micros no es tanto un problema provocado por un cortocircuito en el Metro como algo más profundo: Algunos expertos piensan que en Santiago podrían vivir todavía un millón de personas más.
Buscamos a los responsables y pasa inadvertido que las empresas regionales tienen sus oficinas centrales en Santiago. Algunas regiones ven emigrar al 99% de sus mejores estudiantes por falta de oportunidades. Y familias completas están condenadas a aspirar a la mitad del sueldo que una familia exactamente igual obtiene en la capital.
Como el borracho que busca bajo un farol las llaves que perdió en la esquina oscura del frente, el problema de estar concentrados en esta tarea dice relación con que vivimos pendiente de lo que la autoridad o el gobierno de turno puedan solucionar, pero evadimos un problema de centralismo mucho más complejo que nos atañe a todos.
Es precisamente en este sentido que he llegado al convencimiento que no lograremos el desarrollo integral de Chile sino es mediante el empoderamiento real de la sociedad misma, con sus universidades, empresas y gremios. Y este empoderamiento no comenzará como una concesión graciosa de la autoridad en la capital.
El colapso del transporte en Santiago tiene un trasfondo que en definitiva no queremos ver porque estamos cómodos mirando y juzgando a la clase política si hace bien o mal su trabajo. Es una lástima, pero el problema del centralismo no se encuentra en el centro. Y no comenzaremos a encontrarlo hasta que al borrachito se le pase el mareo y mire hacia la otra esquina, la que está oscura. Sólo entonces nos haremos la pregunta correcta, que no es quién es el culpable, sino si queremos ser un país descentralizado de verdad.
Pedro Fierro Z.
Abogado
@pedrofierroz
Foro Republicano