Jorge Costadoat, s.j., deja la facultad de Teología de la PUC por decisión de la Gran Cancillería de la Universidad. No se le ha renovado la misión canónica.

Su caso ha servido para que en su defensa se usen justamente aquellos argumentos que tanto daño causan a la Iglesia Católica desde hace al menos 50 años.

Al negar la potestad de la Gran Cancillería para tomar una medida de esta naturaleza, se niega el vínculo de la Universidad con la jerarquía eclesiástica y con su carácter pontificio.

Al insistir en que todo teólogo católico tiene el derecho absoluto de poner en duda el magisterio de la Iglesia y promover posturas contrarias, se transfiere el valor de ese magisterio a la opinión individual y minoritaria, y quedan lesionados los conceptos de verdad de fe y de criterio moral.

Al sostener que la libertad de cátedra debe ser absoluta, se destruyen los principios de proyecto educativo y de comunidad universitaria, por los cuales todos los miembros de una corporación debemos compartir unos mínimos comunes o buscarnos otro alero.

Al defender a ultranza el derecho a enseñar cualquier tesis, se olvida que los mismos que hoy adoptan esa defensa han pedido excluir de la universidad a quienes opinan distinto sobre la Historia reciente de Chile o sobre temas morales fundamentales.

Al usar un lenguaje confrontacional y descalificador para referirse a la autoridad eclesiástica, se busca constituir al pueblo en la auténtica medida del cristianismo.

Y ya sabemos a dónde han conducido a Cristo las minorías vociferantes.

Gonzalo Rojas Sánchez

Por gonzalofr