Por Sebastián Burr

Convocante Nacional Foro Republicano

En marzo del 2011 el país se desenvolvía tan pacíficamente que nadie vaticinaba el larvado descontento social que aparecería poco después. Algunos auguraron que el «reventón social» era algo circunstancial y que en poco tiempo nadie se acordaría. Otros, conocedores de la estrategia marxista de hacer resaltar las contradicciones económicas y políticas del liberalismo también se vieron sorprendidos, aunque ven la situación con alarma.

Las contradicciones, -que la mayoría hoy conoce en detalle gracias a las redes sociales-, están constituidas por la enorme desigualdad del ingreso, no obstante el incremento de casi todos los programas sociales. Se argumenta, entregándonos la referencia de los US$ 15 mil dólares de ingreso per cápita.  Soslayando que si ese dato se depurara, caería sustancialmente en perjuicio de los cuatro quintiles más pobres. Además tenemos la brutal concentración de la riqueza (10 o 12 familias, junto al quintil de mayores ingresos, aglutina casi la mitad del PGB), concentración que hoy ha entrado en una dinámica casi exponencial y de dudosa moralidad económico-social.

Se insiste en suponer que el problema distributivo y del ingreso es sólo económico y nadie propone una revolución en el plano de la microeconomía y de la productividad laboral. Abriendo al ejercicio activo de la libertad y al desarrollo humano en primera persona a la mayor cantidad de trabajadores posibles. Y se reitera en “soluciones” de orden tributario, sin una fundamentación económico social, más allá de aumentar la recaudación para justificarse políticamente, y agigantar el Estado Benefactor.

Tenemos además, una enseñanza de excelencia (relativa) que recibe el segmento socioeconómico más alto (el 20% de los estudiantes) contra el pauperismo educativo que recibe el 80% restante, y pocos indagan las razones técnicas de esa diferencia. Peor aún, casi toda la clase política estima que el problema de la calidad es sólo económico y no que arranca de falencias epistemológicas, cognoscitivas, valoricas y pedagógicas. Es decir en la forma como el alumno aprende a interpretar la realidad, integrando la perspectiva teórica y operativo/práctica y recabando por sí mismo los conocimientos necesarios (en la red) y así adquirir autosuficiencia en constante actualización.

Finalmente, tenemos un sistema político “representativo”, amparado por toda la clase política, incapaz de resolver la problemática política de fondo y por lo cual termino por caer en el descrédito.

Más allá de las reformas políticas que se proponen, necesitamos un sistema político activamente participativo y solidario, que inserte a los ciudadanos en el protagonismo. Que opere valorica, económica y políticamente integrado en y a través de las instituciones trascendentales del orden político; familia, educación, trabajo y bien común, y deje de ser un mero enunciado teórico.

En el 2012, el PC intentará aglutinar a la mayor cantidad de sectores sociales posibles y acentuará la táctica aplicada el 2011. Sobretodo entendiendo que -después de casi 40 años- los “astros políticos” están alineados en su favor, toda vez que el gobierno está en manos de una estigmatizada derecha «rica y empresarial», que carece de apoyo ciudadano y además la centro izquierda se encuentra sumida en el desprestigio. Nada nuevo bajo el sol, puesto que el PC, es experto en hacer reventar las contradicciones de sus adversarios, aunque completamente ineficaz en presentar soluciones reales, no obstante su experiencia histórica después de haber ejercido el poder totalitariamente y por más de medio siglo en  medio planeta.

Lo que resulta incomprensible, es que aquellos sectores políticos con mayor formación y conocedores de las estrategias marxistas,  (sobre todo después de la experiencia vivida por el país entre 1969 y 1973), carezcan de voluntad política a fin de resolver y de un modo práctico las mencionadas incoherencias y así neutralizar el perturbador accionar político del PC.

Y no obstante, que casi nadie duda que las potencialidades humanas se incrementan mediante el desarrollo protagónico del espíritu, lo único que se ofrece sean “soluciones” de carácter material y colectivistas. Y a la expansión moral y ética de los ciudadanos ni siquiera se le asigne el beneficio de la duda.